La Predestinación y la Soberanía de Dios
«Si la soberanía excluye la libertad, y la libertad excluye la soberanía, entonces e bien Dios no es soberano o el ser humano no es libre»
Cada vez que se habla de la predestinación, ya sea en una reunión o en una Iglesia, para algunos cristianos les suena como una mala palabra, pero la verdad es que ésta palabra está en la Biblia, aunque son pocos los textos en que aparece, lo que sucede es que no hay una clara comprensión de la predestinación.
Recurramos al diccionario y esto el lo que nos dice: Destinación anterior de una cosa. Según la teología es:
Ordenación de la voluntad divina que desde la eternidad tiene elegidos, los que han de lograr la gloria.
El diccionario Webster New Collegiate dice:
Predestinación: la doctrina de que Dios consecuentemente con su presciencia de todo los eventos, guía infaliblemente a los que están destinados para la salvación.
Lo que podemos deducir, es que la predestinación tiene algo que ver con la relación a nuestro destino final, y que este destino tiene que ver con alguien antes de que lleguemos allí. Lo que la predestinación significa, en su forma más elemental que nuestro destino final, sea el cielo o el infierno, esta decidido por Dios aun antes de nacer.
La mayoría de las discusiones acerca de la predestinación, existen en gran preocupación acerca de proteger la libertada humana. Pero al mismo tiempo también debemos observar la importancia crucial de la soberanía de Dios.
La palabra autoridad contiene la palabra autor. Dios es el autor de todo sobre lo cual tiene autoridad. El croe el universo, y por lo tanto, el es el propietario del universo. Esa propiedad le da ciertos derechos; puede hacer con el universo lo que le agrade a su santa voluntad.
Decir que Dios preordena todo lo que sucede es decir simplemente que Dios es soberano. Si hubiera alguna parte de la creación fuera de la soberanía de Dios, entonces Dios no es soberano, y si Dios no es soberano, entonces Dios no es Dios. La cuestión más difícil de todas es como el mal puede coexistir con un Dios totalmente Santo y totalmente soberano. No hay dudas que el mal presenta un problema con la soberanía de Dios. ¿Se introdujo el mal en el mundo contra la voluntad soberana de Dios? Si ese es el caso, El no es absolutamente soberano. Si no, debemos concluir de alguna manera de que aun el mal ha sido preordenado por Dios. He hecho durante años por encontrar una respuesta satisfactoria a ese problema, pero hasta hora nunca he encontrado una respuesta plenamente satisfactoria.
Si realmente la libertad humana y la soberanía divina son verdaderas contradicciones, luego entonces una de ellas, al menos, debe desaparecer. Si la soberanía excluye la libertad, y la libertad excluye la soberanía, entonces e bien Dios no es soberano o el ser humano no es libre. Afortunadamente, existe una alternativa. Podemos sostener tanto la libertad como la soberanía si podemos mostrar que no son contradictorias. A un nivel humano, podemos ver que la gente goza de verdadera medida de libertad en un país gobernado por un dictador. La soberanía no pone fin a la libertad; es la autonomía lo que no puede coexistir con la soberanía,
¿Que es entonces la autonomía? Esta palabra procede del prefijo auto y la raíz nomos. Auto significa «uno mismo» Un automóvil es algo que se mueve por si mismo. «Automático» describe algo que actúa por si mismo. ES muy notable la raíz griega para «ley». La palabra autonomía significa, «ley de uno mismo». De tal manera que ser autónomo significa ser ley de uno mismo. Una persona autónoma no sería responsable ante nadie. No tendría un gobernante, menos aun tendrían un gobernante soberano. La lógica nos indica que es imposible tener un Dios soberano existiendo al mismo tiempo que una criatura autónoma. Los dos conceptos resultan incompatibles. Si Dios es soberano, no es posible que la persona sea autónoma. Así que si la persona es autónoma es imposible que Dios sea soberano, esto sería una contradicción.
En ninguna manera tenemos que ser autónomos para ser libres. La autonomía implica libertad absoluta. Somos libres pero hay límites para nuestra libertad. El límite final es la soberanía de Dios.
Por Rev. Ramón Herrera