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Miqueas: Justicia en Exhibición

El Profeta Miqueas no es muy conocido que digamos, pero es una lástima, no es precisamente el más popular. Es eclipsado por el mucho más famoso Isaías, pero Miqueas tiene mucho que decir, ya que Miqueas le llevó el mensaje a la gente de la calle o sea al pueblo y no a las clases ricas y altas que fue el caso de Isaías.

Miqueas tenía desconfianza de la religión adulterada. El notaba el orgullo en los corazones de los líderes de Judá, Cualquier parecido con algunos de los líderes de hoy día no es pura consecuencia, lo que le llevaba a llamar la atención de la gente común para que no fuera engañada por la religión organizada.

La predicación negativa, ultra celosa lleva a la gente a preguntarse, ¿qué podemos hacer? pues sólo se oye advertencias de condenación, Pero, eso no pasó con Miqueas él se reservó sus mejores palabras para llevar un mensaje positivo al pueblo.

Miqueas le planteo cuatro preguntas al pueblo, preguntas que el pueblo de Dios tiene que contestar; En Miqueas 6:6-7.

¿Con qué me presentaré al Señor, y me postraré ante el Dios de la alto?

[Esto es precisamente lo que mucha gente continúa preguntándose]

¿Me presentaré delante de El con holocaustos, con becerros de un año?

[Seguramente algunos se preguntaban qué obra tendrían que hacer]

¿Se agrada el Señor de millares de carneros, de miríadas de ríos de aceite?

[No podemos perder de vista el crecimiento de la posibilidad de agradar

A Dios y esto debe ser algo remoto en la mente de algunos: y nos preguntamos ¿Es eso lo que Dios quiere?]

¿Ofreceré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?

[De esta manera se llega a la cumbre de la devoción… ¿Se de trata que tengo que sacrificar a mi hijo mayor o es que, acaso me estas pidiendo que sea el que postre ante el fuego del altar? ¿Servirá eso? ¿Hará eso que Dios se complazca de mí?]

Estas palabras del profeta Miqueas expresan lo que muchos, en el día de hoy se preguntan de como agradar a Dios. Muchos maestros y predicadores lo han hecho como un sacrificio, algo demasiado complicado, muy difícil, Ya que para aquellos legalistas es virtualmente imposible agradar a Dios. De esta manera la religión se ha convertido en una serie de actos dolorosos, planeados, con el fin de «apaciguar la ira de Dios» que se deleita en ver cómo nos revolcamos. El profeta Miqueas borra esa lista, y reemplaza esas complicadas posibilidades con una de las más delicadas definiciones de la gracia de Dios.

El dice: El te ha declarado, OH hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda Dios de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios? (Miqueas 6:8). Creo que no sobrepaso los límites establecidos cuando digo que a: Dios no le gustan las cosas complicadas. Dios no espera de nosotros actos gigantescos de heroísmo, un ministerio de más de setenta y dos horas de trabajo, actividades agotadoras, interminables números de reuniones de la Iglesia, una consagración masiva que no haga ir a los confines de la tierra.

No tenemos derecho a complicar lo que nuestro Padre Celestial ha hecho tan sencillo.

¿Qué pide Dios?

  •         Hacer justicia
  •         Misericordia
  •         Humillarte ante Dios

La fe no envuelve una serie de representaciones religiosas. No pide hacer un montón de cosas piadosas, para evitar que Dios se enoje, o dar una impresión falsa de nuestra santidad. Mientras más cercanos estemos a eso y comencemos a vivir de esa manera, pronto comprenderemos, que el verdadero significado de la vida cristiana como Dios la planeo es sencillamente muy diferente.

Esto trae a mi memoria el Sermón del Monte, que el Señor Jesús enseñó, es un mensaje simple, sencillo y sobre todo muy directo, que bien podría haber sonado como el mensaje de Miqueas muchos siglos antes. Los tiempos pueden cambiar pero el mensaje sigue siendo el mismo. Cristo subrayó que hacer justicia y mostrar misericordia eran parte de su enseñanza, así como andar en humildad.

Mateo 6:1 Dice: » Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres par ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos» .Cristo nos da una advertencia muy enérgica ¡Cuidado! Pero. ¿De qué? es que ¿Hay peligro de perder algo muy importante? Es mejor que nos demos cuenta. El caminar humilde delante de Dios, ha sido reemplazado por una actuación teatral, y eso es religión. Es la justicia en exhibición, como apunta el titulo de este mensaje, es una especie de pavoneo de espiritualidad que era dirigido por los escribas y fariseos, que solamente pensaban en causar buena impresión delante de la gente, con expresiones de piedad fingida. En este punto nos conviene recordar las anteriores enseñanzas de Jesucristo:

«Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt. 5:20). Es el mismo tema, sólo que ahora es específico en su advertencia; andar con Dios nunca ha significado un acto de religiosidad. Cuando se trata de caminar por la senda de la fe, el tema de la justicia y la meta de alabar a Dios, tengamos cuidado que no sea un espectáculo, el consejo del profeta Miqueas no llega como anillo a dedo, caminemos humildemente con nuestro Padre celestial. Cristo no nos dice que dejemos de brillar, antes nos dice. “Así brille vuestra luz delante de los hombres…» Pero eso sí, tiene que ver con el tipo de luz, invite a otros a seguir a Jesús. Después de haber expresado esa advertencia, Cristo la aplica a tres obras piadosas, generalmente son exhibidas por los escribas y fariseos. Dar, orar y ayunar.

Consideremos los dos primeros temas.

“Por eso, cuando des limosnas, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en la sinagoga y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosno sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» ( Mt. 6:2-4)

Durante el siglo primero, dar limosna era considerado un sinónimo de justicia. Los términos para ambas tenían la misma raíz y los que eran considerados justos eran aquellos que también contribuían para las necesidades de otros. Pero el Señor nos dijo que hay una forma en que no se deben dar limosnas (v.2) y otra que es la correcta (vv.3-4). Nos ayudará saber que los fariseos tenían un ritual que cumplían cuando daban dinero a los más pobres, ya sea en las sinagogas o en las plazas públicas cuando iban al lugar de las ofrendas, era precedido por trompeteros que hacían sonar una especie de fanfarria. ¿La razón? El apóstol Juan nos lo dice: «Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios» (Jn.12:43). Hasta aquí con el tema de cómo no dar. El Señor nos dice como debemos dar: espontáneamente y secretamente.

Mateo 6:5-8

“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tú Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis ante que vosotros le pidáis»

Tal como anteriormente, Cristo habló brevemente de lo que no debemos hacer y invirtió más tiempo en lo que si debemos hacer cuando oramos. No es que Cristo desaliente la oración, así como no desalentó dar ofrendas. Lo que sí hizo Cristo es desalentar el papel de hipócritas cuando oramos y para ello nos da una lista de lo que no debemos hacer cuando oramos.

  • No debemos ser hipócritas
  • No ser vistos de los hombres cuando oramos
  • No limitar nuestras oraciones a los lugares públicos
  • No usar vanas repeticiones.

¿Entonces qué es lo que debemos hacer?

En primer lugar encontrar un lugar privado para orar.

Por su puesto aquí se habla de las oraciones privadas y no las oraciones públicas. En segundo lugar, oremos al Padre celestial en secreto, me llaman la atención las palabras que el salmista escribió sobre este tema.

“Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, Señor, buscaré». (Salmo27:8)

“El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente» (Salmo 91:1).

Estar a solas con Dios, en ninguna manera es complicado, pero es difícil de mantener. Pero necesitamos ese tiempo de oración, especialmente en el mundo de hoy, que es ruidoso y ocupado y todo tiene que ser rápido hasta la comida.

En tercer lugar: Manténgalo simple.

(Las citas son de la Biblia de las Américas)

 

Por Rev. Ramón Herrera

Escrito: Junio 2002