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La Justicia

«Para cada cristiano hay solo dos maneras de vivir la vida cristiana, ó por el poder de nuestra voluntad (obras) ó por la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz»

Un paso muy importante en nuestra vida cristiana es como agradar a Dios. Esto lo hacemos cuando vivido justamente por la fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios.

Cuando no encontramos la justicia que es por la fe, tenemos entonces que actuar como «santos» por guardar leyes religiosas, y si aprendemos a actuar afuera, nos engañamos. Porque nos creemos que somos justos y agradamos a Dios cuando realmente no es así. Si por el contrario, no conocemos la justicia que es por la fe, no tenemos confianza ante Dios; y lo peor de todo es que no tenemos confianza en nosotros mismos, y esa es la razón por lo cual tenemos que hacer cosas espirituales para probar que somos cristianos espirituales. Esos es hipocresía.

Dios no ha dado una forma maravillosa para poder agradarle. Esto es por medio de la justicia que se alcanza mediante la fe. Nuestra justicia [por medio de Cristo] es lo que nos hace aceptables ante Dios. La Biblia dice «seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Hebreos 12:14), es aquí donde empieza la lucha por qué sabemos que tenemos que ser santos pero no sabemos como hacerlo. Generalmente, cometemos el gran error de «tratar» de vivir en justicia y santidad por la fuerza de nuestra voluntad. Pero la Biblia nos dice cuatro veces que «el justo por la fe vivirá».

Para cada cristiano hay sólo dos maneras de vivir la vida cristiana, o por el poder de nuestra voluntad (obras) o por la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz del Calvario. Naturalmente podemos hacerlo así porque hay dos clases de justicia; la justicia que tenemos por la ley de las obras y la justicia que tenemos por la fe en Cristo. Esta justicia que es por la fe es la justicia verdadera y el la ÚNICA manera de agradar a Dios. Si le permitimos a El obrar en nosotros, El nos hará justos verdaderos, entonces seremos capaces de hacer el bien.

La justicia que tenemos por la ley religiosa está basada en lo que hacemos. Obtenemos un aspecto de «justicia» por la ley porque cumplimos reglas religiosas o porque nos «portamos» bien. Como es natural ésta clase de justicia la hacemos por nuestras propias fuerzas. «Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por fe (Gálatas 3:11).

Los fariseos así como los escribas tuvieron la justicia que era dada por la ley religiosa (las obras) Eran personas muy religiosas en el tiempo de Cristo. Asistían a todos los servicios en la sinagoga, oraban en las calles, daban diezmos de todos y ayunaban dos veces por semana. Ellos eran muy religiosos pero Jesús le llamó hipócritas. Eran hipócritas porque habían cambiado sus conductas en lugar de sus corazones. ¡Cuanta gente hay como ellos en nuestras Iglesias! Dios lo sabe.

La Biblia dice «Confiaban en si mismos como justos, y menospreciaban a los otros…» (Lucas 18:9)

Algunos de los fariseos eran hombres fieles y servían a Dios de corazón. Eran limpios en sus vidas y en sus hechos, pero su justicia no era por la fe. Era por la ley. Cristo dijo: «porque les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los maestros de la ley» (Mateo 5:20)

La mejor justicia es por la fe y gracias a Dios que El nos ha dado una mejor justicia. La Biblia dice: «…y encontrarme unido a El. NO quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios basada en la fe» (Filipenses 3:9)

El Señor Jesús puso a un lado la justicia que tuvo por guardar la ley religiosa y en cambio eligió la justicia perfecta de Dios que es por la fe. Esta delante de nosotros un reto: Tenemos que elegir muestra justicia. Podemos vivir por la ley o por la fe, no podemos mezclarla. Nuestra herencia de justicia por la fe en el caso de Abraham dice la Escritura: «Así que cumplió la Escritura que dice: «le creyó Abraham a Dios y esto se le tomó en cuenta como justicia y fue llamado amigo de Dios» (Santiago 2:23).

Nuestra herencia es el Señor Jesús, El es la fuente de la vida eterna y todo lo nuevo, la gracia y la fe.

También heredamos la cruz que es la fuente de la muerte a todo lo viejo que hay en nosotros. Es la muerte del pecado, nuestra carne con sus deseos engañosos y sus pasiones. No una cruz de condenación. No es otra demanda para servir. Es una fuerza para vencer. El poder del pecado que esta en nosotros es muy fuerte, pero la Biblia nos dice: «el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia» (Romanos 6:14)

Ahora somos muertos al pecado pero vivos para el servicio de Dios.

Por: Rev. Ramón Herrera

 

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